El oficio de las viñetas


18-06-2010 | 
El oficio de las viñetas nos propone una aventura tan extraordinaria como su propio objeto de estudio: reconstruir el campo de producción de la historieta argentina como un espacio que revela una serie de tensiones entre el arte, el oficio y la cultura de masas. Agradecemos a la autora el habernos cedido el prólogo del libro.

Por Laura Vázquez.
el oficio de las viñetasEn la Argentina, cuando se habla del mercado editorial de historietas, aparece en el centro de los debates un “núcleo duro” ligado a una trama de significados comunes: la  defensa de una industria nacional y la referencia a “un tiempo dorado y mejor”. Los estudios que tuvieron a la historieta como objeto no escaparon a esta construcción mítica de una “edad de oro nacional” en la cual podrían advertirse las bondades de una industria cultural que permitió la inclusión y ascenso de las clases populares. Este dato histórico ligado al contexto sociopolítico del país  y a las coyunturas internacionales fue central para que las investigaciones produjeran una periodización fundida al crecimiento cuantitativo del mercado editorial y al proyecto de una industria pujante y nacional.
La preocupación por las narrativas dibujadas partió de una mirada integradora de los fenómenos masivos en un  marco de ampliación de los estudios en comunicación y cultura. De allí que la conformación de un área dedicada al estudio de la cultura de masas en las décadas del sesenta y setenta fue clave para que se constituya un espacio de reflexión sobre la historieta. En este marco, pueden advertirse tres tendencias generales enmarcadas en  la primera semiologíael periodismo cultural y la crítica ideológica.
La primera línea representada por la revista Lenguajes y los artículos de Oscar Steimberg recoge la impronta de los estudios pioneros de Oscar Masotta realizados durante el último tramo de la década del sesenta. Entre 1969 y 1977 Steimberg produce una serie de textos sobre historietas con el objetivo de explicitar las condiciones de producción, circulación y recepción de los mensajes. La crítica se enmarca en uno de los intereses centrales deLenguajes: analizar producciones ficcionales y masivas para dar cuenta de los modos de significación social.
En el segundo enfoque se destacan los trabajos de Jorge Rivera y Eduardo Romano editados en colecciones del CEAL y en la revista Crisis. En la misma perspectiva cabe incluir los ensayos y artículos de Alberto Brócoli, Guillermo Saccomanno y Carlos Trillo. La colocación de estas exploraciones es extra- académica y la posición puede rastrearse tanto en las formas de circulación de los textos como en el modo de producción ensayístico.
Estos trabajos ligados a la crítica cultural tienen como matriz de abordaje la conexión de lo popular con lo masivo en función de cuestiones políticas más amplias. Antes que basarse en un “ser nacional” esencialista lo popular aparece en íntima relación con la “conciencia nacional”. En el contexto de época, se trataba de articular “conciencia nacional” y “conciencia de clase” en pos de un proyecto ideológico preciso. Finalmente, y siguiendo esta línea a lo largo de los setenta y ochenta, hay que referir los ensayos de Juan Sasturain publicados en distintos diarios (La Opinión, Clarín) y revistas (Feriado Nacional, Super Humor, Humor, Fierro).
Cabe advertir que la Bienal Internacional de la Historieta del Instituto Di Tella (1968) y las sucesivas bienales dedicadas al humor gráfico y la historieta que se realizaron regularmente en la ciudad de Córdoba (1972, 1974, 1976, 1979) cimentaron un espacio productivo entre los autores y los críticos. Se trató de un proceso de mutua interpelación entre el circuito profesional, el coleccionismo y la crítica que dará lugar a proyectos y publicaciones situadas a medio camino entre la divulgación y la teoría.
Y si bien los abordajes reseñados dan cuenta de una relación intelectuales/historieta por fuera de los circuitos institucionales formales (universidad, fundaciones) el medio también tuvo su repercusión en el contexto académico. Junto a otras “literaturas marginales” la historieta se torna un objeto susceptible de análisis para la currícula universitaria. Específicamente, la historieta es incluida en el Programa de la Cátedra de Literatura Argentina “Proyectos políticos culturales” (1973) dictado en la Facultad de Filosofía y Letras, a cargo de Eduardo Romano y Jorge Rivera.
Estos enfoques recortan el lenguaje de historietas sobre un fondo de intereses comunes: el periodismo, el tango, los guiones de cine, el relato policial, el humor gráfico, el folletín, la canción popular, la gauchesca, las biografías de figuras populares y los libretos radiales. De este modo, la historieta como un “objeto más” de los estudios en clave peronista y populista, permite interpretar la cultura popular como portadora de una cultura nacional que la izquierda había subestimado o, por lo menos, pasado por alto.
En contraposición, y por último, puede reconocerse una tercera línea ligada a la concepción marxista que caracteriza al medio como exponente de transnacionalización  cultural. De manera paradigmática, el libro Para leer al Pato Donald, escrito por Ariel Dorfman y Armand Mattelart (1972) condensa esta línea de pensamiento. Concebido como un manual de descolonización, el trabajo busca desmitificar la ideología imperialista que el “mundo disneylandia” encubre. Con todo, el libro es generador de una polémica que recoge distintas editoriales y artículos publicados en las revistasComunicación y Cultura y Lenguajes. Los argumentos  a favor y en contra evidencian la importancia que por esos años la historieta adquiere como medio de análisis, instrumento crítico y lenguaje portador de ideología.
A pesar de todos los augurios, esta efervescencia en los estudios pareciera “suspenderse” al término de los setenta. Si durante la primera mitad de la década, la crítica se caracteriza por el debate, el segundo tramo se distingue por cierta separación o dispersión analítica en la que las corrientes se repliegan hacia sus respectivas disciplinas y tradiciones. Es así como la producción analítica se confina hacia las revistas de historietas y humor (Humor, Puertitas, Fierro) en donde prevalece el enfoque periodístico.
En síntesis, desde sus inicios  la construcción de la historieta como objeto conlleva una operación contradictoria. Ya la expresión de Oscar Masotta para designar al medio (“Literatura Dibujada”) nombra el espacio de una tensión conflictiva. Como veremos, si la preocupación central de los discursos es la eficacia y los límites de la cultura popular, la contracara de esa discusión es la búsqueda de reconocimiento. La reivindicación de una supuesta “marginalidad” del medio y su estatuto de “género menor” encierra una pretensión de legitimidad, antes que su oposición a los parámetros que impone una cultura con mayúscula. Pero si todavía puede vincularse el grotesco de Discépolo, la literatura arltiana y el tango con “Inodoro Pereyra” o “Patoruzito” resulta, por lo menos, extravagante hacerlo con “Nippur de Lagash” y “El Eternauta”. Mi intención es abordar algunos de estos problemas.

Recomendados por la Biblioteca dto6 conjuntamente con Amerindia librosCordoba - Argentina




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