Libro recomendado:


Daniel Mato, coord. (2002): Estudios y Otras Prácticas Intelectuales Latinoamericanas en Cultura y Poder. Caracas: Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y CEAP, FACES, Universidad Central de Venezuela.


                                       

El presente volumen reúne treinta y dos ensayos especialmente preparados por los miembros del Grupo de Trabajo (GT) "Cultura y Poder" (antes "Cultura y Transformaciones Sociales en Tiempos de Globalización") del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Estos textos constituyen versiones revisadas de las ponencias presentadas por colegas de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Estados Unidos, México, Perú, Puerto Rico y Venezuela en la 3ra. Reunión del GT realizada en Caracas, en noviembre de 2001.
Una de las dos ideas articuladoras de este libro es la de "prácticas intelectuales". Con esta idea se busca cuestionar el "sentido común" que la institucionalidad académica y las industrias editoriales han impreso sobre la idea de "intelectual", reduciéndola a sólo algunas de tantas formas posibles, las centradas exclusivamente en la escritura. A la vez, la idea de "prácticas intelectuales" permite poner de relieve la importancia de la amplia diversidad de formas que asumen las "prácticas intelectuales". La otra idea articuladora del volumen es la de "cultura y poder". Esta idea permite poner de relieve específicamente el conjunto particular de prácticas intelectuales orientadas a lo cultural (simbólico social) de lo político y lo político (de poder) de lo cultural. De manera complementaria, estos ensayos debaten también acerca de los riesgos, retos y oportunidades que la creciente institucionalización de la idea "Estudios Culturales" genera para el campo, más amplio, de las Prácticas Intelectuales en Cultura y Poder.
Este volumen ofrece tanto una mirada de conjunto como estudios particulares acerca de algunos aspectos relevantes del amplio campo de los Estudios y Otras Prácticas Intelectuales Latinoamericanas en Cultura y Poder. Los ensayos incluidos en este volumen nos ofrecen perspectivas novedosas sobre aspectos de los escritos de algunos intelectuales contemporáneos ampliamente conocidos, como por ejemplo Jesús Martín Barbero, Augusto Boal, José J. Brunner, Néstor García Canclini, Martin Hopenhayn, Elizabeth Jelin, Oscar Landi, Anibal Quijano, Nelly Richard, Silvia Rivera Cusicanqui, Silviano Santiago, Beatriz Sarlo, entre otros. Pero lo hacen mostrando cómo la mayoría de los nombrados no sólo se han dedicado a la escritura, sino que de maneras muy diversas, a través de sus escritos o de otras acciones relacionadas con estos, se han involucrado en variadas dinámicas sociales. Además algunos de los ensayos --como por ejemplo los dedicados a José C. Mariategui, José M. Arguedas, Paulo Freire y Angel Rama-- ponen de relieve antecedentes de esta tendencia tan propia de los intelectuales latinoamericanos a desarrollar sus prácticas dentro y fuera de la academia; o cuanto menos a poner especial atención al vínculo con actores sociales fuera. Por otra parte, algunos de los ensayos enfocan en otros tipos de prácticas intelectuales, como por ejemplo las que se desarrollan en el seno de movimientos teatrales, o en el marco de los movimientos sociales feministas, de derechos humanos, indígenas y afro-latinoamericanos. Incluso algunos de ellos analizan experiencias en proceso de tipos alternativos de universidades, como la Intercultural de los Pueblos Indígenas, en Ecuador y la de las Madres de la Plaza de Mayo, en Argentina. El volumen desafía no sólo fronteras entre la academia y fuera, sino también entre América Latina y Estados Unidos, así se incluye un ensayo sobre prácticas intelectuales en el seno movimiento chicano, en Estados Unidos y otros sobre los debates acerca de la identidad puertorriqueña entre intelectuales de "la isla" y "del continente".
La visibilización y análisis del campo de Prácticas Intelectuales en Cultura y Poder (que incluye "Estudios" pero no se agota en ellos) puede resultarnos útil para revisar las relaciones entre prácticas académicas y extra académicas, así como también los contenidos y modos de enseñanza-aprendizaje institucionalmente sancionados en los estudios sociales y humanísticos de la mayoría de las universidades latinoamericanas. De esas experiencias también pueden surgir sugerentes vías para articular tres ámbitos de acción que pocas veces son creativamente integrados en la mayoría de universidades: docencia, investigación y extensión.



 Estudios y otras prácticas intelectuales
latinoamericanas en cultura y poder 
1
Daniel Mato
Universidad Central de Venezuela.
dmato@reacciun.ve

extracto 
Algunas tendencias recientes a la exclusión de ciertas prácticas intelectuales.


En las Humanidades y Ciencias Sociales que se practican en las universidades latinoamericanas (y seguramente también en las de otras latitudes, pero limitaré mi argumentación al medio latinoamericano) cada vez parecen hacerse más hegemónicas las representaciones de la idea de “intelectual” que asocian ésta a la idea de “investigación”, y que en muchos casos “imaginan” a esta
última como algo que sólo se hace en “la academia”. Es necesario cuestionar estas representaciones hegemónicas que asocian de manera irreflexiva las ideas de “intelectual”, “investigador” y “académico”, y que en muchos casos incluso las asume como intercambiables entre sí. Para ello puede ser útil poner de relieve al menos uno de los factores que tienden a fortalecer la relevancia de las ideas de “investigador” y “académico”. Este es que en las últimas  dos  décadas  han venido ganado  terreno en América Latina ciertos discursos “modernizadores” de “la ciencia” y de las universidades que desde gobiernos y
medios universitarios procuran normar, delimitar y controlar las prácticas intelectuales en términos de productividades, medidas estas por indicadores tales como cantidad de publicaciones en revistas académicas “arbitradas”,
especialmente de circulación internacional; cantidad de citas de sus obras hechas por sus colegas; etc. Para ello los actores que promueven esos discursos han instituido ciertos sistemas llamados de “estímulo de la investigación” (hasta donde sé, al  menos en Argentina, Brasil, Colombia, México y Venezuela),  a través de los cuales se distribuyen dineros en relación precisamente a tales tipos de indicadores. Estos reconocimientos fortalecen una idea de “investigación” que se pretende objetiva y avalorativa, y que sin duda es marcadamente academicista. Incluso algunos de quienes disputamos esa idea de “investigación”, nos hemos visto en situación de concursar y luego de aceptar tales dineros, pues ellos resultan complementarios de los cada vez más insuficientes salarios pagados al personal universitario, y porqué en no pocos casos esos dineros son los únicos ingresos posibles para dedicarse a la investigación. Por estas razones muchos de quienes no compartimos esa idea de “investigación” hemos participado, activa o pasivamente, en el establecimiento y/o legitimación de estos sistemas llamados de “estímulo a la investigación”. Estos estímulos, lejos serlo a todo tipo de investigación, lo son sólo a ciertos tipos de ella, en general normada según valores y criterios propios de las llamadas “ciencias duras” (física, química, biología, etc.).


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