artwork: Gilbert and George - HOI POLLOI, 2008 - 4 panels, mixed media, overall dimension: 127 x 151 cm. Courtesy of Arndt & Partner, Berlin 




Trabajo en equipo. y  la necesidad de reconocimiento 

El trabajo en equipo siempre es un misterio: ¿quién hace qué? ¿Uno piensa y el otro realiza, o se desarrolla todo el proyecto de trabajo en conjunto...? ¿Hasta dónde se diferencia la personalidad de cada miembro del equipo? ¿Hace falta una unión perfecta o el debate entre contrarios es esencial? Estas dudas y otras muchas pueden aparecer cuando estamos ante una obra realizada por un grupo de autores, por un equipo, por una sociedad artística.

Hay ciertos tipos de creación que son inevitablemente realizados por un equipo de especialistas, pero cada uno de ellos conserva la autoría de una parte concreta, a pesar de que la obra en su conjunto tenga una sola e identificable firma. Así es en el cine, o en la arquitectura, donde intervienen ingenieros, informáticos, especialistas en materiales y otros técnicos, aunque la firma del arquitecto sea una sola. En música, desde la orquesta tradicional al conjunto más moderno, el equipo viene dado desde el origen, pero sabemos quién es el pianista, el cantante o el compositor. Pero, ante una obra de Gilbert & George, ¿quién puede saber quién ha hecho una parte y quién la otra cuando, incluso, podemos no reconocerlos individualmente?




En una ópera, considerada como la obra de arte total de finales del siglo XIX, o en el teatro, el buen trabajo de un gran equipo es fundamental. Tal vez sea en la literatura donde más se esconda la labor de equipo, los también llamados negros, sometidos a la importancia ineludible de un sólo autor. En grupo, en equipo o en pareja, solamente se suelen escribir estudios científicos o tratados legales, tal vez ensayos, pero nunca un poema ni siquiera una novela de aventuras.

En las artes plásticas lo más cercano al equipo fue el taller, aunque casi siempre con un maestro, o el anonimato del trabajo de encargo, pero esto sólo se concibe por la falta de categoría social que han tenido los artistas hasta tres o cuatro siglos atrás.

El equipo, dos o más, de artistas que se presentan como un sólo autor es característico de la contemporaneidad. En ellos la diferenciación de funciones queda oculta ante la actitud unívoca de los integrantes del grupo. Gilbert & George afirman que cuando crean son sólo uno. No hay diferencias de intereses ni de objetivos, y la experiencia individual sirve como complemento, no como rivalidad. Sin embargo, esta actitud resulta paradójica ante una de las características más representativas del artista: la necesidad de reconocimiento. Trabajar en equipo supone desarrollar más profundamente una idea y una forma, pero también implica diluirse como individuo aislado en el seno del grupo.


Durante el pasado siglo XX el trabajo en equipo vivió su apogeo, y se desarrolló sobre todo en el ámbito de las vanguardias artísticas, siempre con fuertes cargas conceptuales, sociales, incluso transgresoras. Y de hecho ha habido, y hay, equipos que han marcado la evolución del arte actual, de la fotografía o del accionismo y del arte conceptual. Algo que en la historia no había sucedido nunca anteriormente. Nombres como los de Marina Abramovic & Ulay, Patrick & Anne Poirier, Bernd & Hilla Becher, Anna & Bernhard Blume, Gilbert & George, Christo & Jeanne-Claude, The Boyle Family, el Equipo Crónica, Art & Language, General Idea o Guerrilla Girls, están en todos los libros de historia del arte actual y muchos de ellos han trazado líneas de trabajo que mantienen su vigencia e interés.

La unión de dos o varios artistas puede ser temporal, como en los casos de Abramovic y Ulay, Fontcuberta y Formiguera, ZAJ, Jason Rhoades y Paul McCarthy. Unidos a veces por un periodo de su vida, otras veces por un proyecto concreto, pueden realizar trabajos conjuntos y posteriormente seguir cada uno por su lado carreras separadas. Pero con más frecuencia la unión de varios artistas desemboca en una firma en la que a pesar de conocer, o no, a sus componentes por su propio nombre, se convierte en un sólo artista. Este es el caso más habitual, como los referentes más clásicos de Gilbert & George y Bernd & Hilla Becher. A veces los grupos de más de dos miembros se alteran con el tiempo y entran o salen miembros nuevos, sin embargo eso no afecta a la tarea del grupo ni a su desarrollo, y la mayoría de las veces estos cambios de ‘plantilla’ pasan inadvertidos para el público pues el nombre del artista es el nombre del grupo.

El principal problema es la convivencia. Vivir con otro el proceso de creación, compartir ideas, tiempo, esfuerzos y sueños. Cómo ser uno mismo y parte del otro, cómo poder aceptar que otra persona sea una parte de ti mismo, que comparta tus deseos y tus miedos. Compartir ese territorio a veces inconsciente donde el ego, las manías y las ambiciones conviven entre sí. Aceptar perder parte de uno mismo para adquirir esa misma proporción de otro es siempre el problema de la convivencia. Implicarse totalmente en ese 50 % de la vida que, según Freud, es el mundo del trabajo, y, la mayoría de las veces de una forma inevitable, compartir también el otro 50%, la vida privada, íntima y pasional. Ese es el reto final de cada unión.

Se podrían establecer dos tipologías mayoritarias en las formaciones de los equipos de artistas: los equipos que están unidos también en su vida privada, que viven juntos y son parejas reales, y aquellos otros que se agrupan en razón de una causa ideológica, estética o social y que sólo están unidos en el trabajo manteniendo sus vidas privadas independientes.

Entre las razones más frecuentes para que una serie de individuos decidan crear juntos todo un cuerpo de obra está la acción social más radical, como la lucha contra el SIDA o la reivindicación de la mujer, y naturalmente la crítica al poder político y económico. Guerrilla Girls, General Idea, Group Material, Komar & Melamid o AES Group, serían en este sentido grupos paradigmáticos. De los tres miembros de General Idea dos han muerto a causa del SIDA y su obra se ha convertido en el emblema de una lucha no acabada. Guerrilla Girls son un auténtico símbolo de la reivindicación del papel de la mujer en la sociedad cultural, denunciando, a través de carteles, acciones y campañas de un feminismo punzante y no exento de humor, la discriminación más o menos encubierta que padecemos. Otra lucha que tampoco se ha terminado todavía.

Más frecuente es aún la unión afectiva en todas sus posibles facetas. La unión de pareja, heterosexuales o homosexuales, o una unión que, con el tiempo y a pesar de no haber lazos sexuales, se convierte en una amistad que va más allá en el desarrollo de un estilo artístico que, por separado, no pertenece a ningún miembro aislado del grupo ni podría ser llevado adelante por uno de ellos en solitario. Pierre et Gilles, los Becher, Abramovic y Ulay, los Blume, Fischli & Weiss, Clegg & Guttmann, subREAL, Cabello y Carceller, Bleda y Rosa, Palacín y Viaplana, MacDermott y McGough... son algunas de estas parejas totales que han trabajado juntos y creado una marca reconocible. Algunos de ellos se han separado y su obra posterior ha evidenciado la ausencia de una parte del cuerpo del grupo, algo irrecuperable y que obliga a repensar la actividad y reestructurar gran parte del método de trabajo.

Mención especial merecen las uniones entre hermanos, la mayoría de las veces gemelos, que desarrollan un trabajo unidos más allá del cordón umbilical. En estos casos la unión, la simbiosis no es sólo electiva sino, se podría decir que genética. El parecido, la obsesión y el desarrollo de su obra son paralelos aún separados. Es el caso de las hermanas Wilson, Jane y Louise, que presentaron cada una el trabajo de la otra en sus estudios de arte, realizados por separado en escuelas diferentes. Jake & Dinos Chapman, Mike & Douglas Starn, Liesbeth y Angelique Raeven, MP & MP Rosado Garcés, son otros casos de hermanos unidos en su trabajo. En muchas de sus obras la alteridad, la presencia del doble, el reflejo del otro forma parte también de la esencia de la obra, como una obsesión del propio origen.

En general, todo el trabajo en equipo en el ámbito artístico tiene unas características muy específicas, a pesar de que no se puedan trazar escuelas ni líneas generales de asociación. Pero, sin duda, el trabajo en grupo hace que la seguridad se fortalezca, que la necesidad de reconocimiento sea menos acuciante. El diálogo, el hecho de compartir ideas, tiempo y proyectos favorece el crecimiento de las obras que surgen de formas diferentes, casi siempre con una consistencia y una rotundidad característica. Trabajar, vivir juntos, pensar a dúo, problemas de la convivencia en un mundo cada vez más individual: excepciones llenas de calidad e interés.

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